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El pasado 25 de mayo, cuatro hermanos de personas con discapacidad compartieron en el taller “Sí, soy su hermano y estoy aquí” sus vivencias y puntos de vista desde el lugar de hermanos.

Maria Jesús, Aranzazu, Yago y Katia fueron los protagonistas del taller “Sí, soy su hermano y estoy aquí” realizado el pasado 25 de mayo en colaboración con Fundación Caser y en las instalaciones del Hotel Ilunion Málaga. El taller estuvo conducido por la terapeuta Àngels Ponce y estuvo dividido en dos aparados: una primera parte en la se habló sobre las necesidades y el punto de vista de los hermanos y una segunda parte en la que cuatro hermanos contaron sus experiencias y opiniones.

Un taller emotivo y de aprendizaje personal al que asistieron cerca de 100 personas entre familiares, profesionales y personas con discapacidad.

La mirada de los hermanos y hermanas

La terapeuta Àngels Ponce, experta en familias de personas con discapacidad, explicó a los asistentes qué se puede hacer para que los hermanos de personas con discapacidad no se sientan invisibles en la relación familiar y para que crezcan entendiendo “qué le pasa a su hermano”.

¿Y qué ayuda? Àngels Ponce recomendó a las familias:

  • Tener una comunicación permanente.
  • Dar tiempo exclusivo para los hermanos.
  • Apoyar emocionalmente para reforzar su autoconfianza y autoconcepto.
  • Proporcionar información práctica sobre la discapacidad, recursos, servicios…
  • Contactar con otros hermanos para que vean y sientan que no están solos.
  • Reconocer su rol como hermano.  

Testimonios en primera persona

Todas las herramientas y consejos se cerraron con los testimonios de cuatro hermanos de personas con discapacidad, de diversas edades y experiencias.

Maria Jesús nos habló de su relación con Amalia, de 46 años y que tiene retraso mental y epilepsia, y  lo que ha supuesto para ella y para su familia. Yago, sevillano de 23 años, dio su visión como hermano de Clara, una joven de 21 años con retraso madurativo. Aranzazu, de 28 años, nos habló sobre su hermano Jose, un niño con TEA de 9 años, y de cómo le he cambiado la vida. Katia, de 11 años y la  más joven de los cuatro, habló sobre su hermana, de 7 años y que tiene Idic15.

Unos testimonios muy interesantes e importantes para que los asistentes conocieran la visión que tienen los hermanos.

“Es triste y duro pero un niño con discapacidad es una responsabilidad muy grande, no solo para los padres, sino también para los hermanos. No he tenido que renunciar a nada por ella pero en un futuro cuando se venga a mi casa tengo asumido que tendré que modificar mi vida, pero lo tengo asumido desde que era pequeña. Yo misma me he creado esa responsabilidad.”

Maria Jesús

“Somos una pareja de hermanos como cualquier otra, no tenemos nada que envidiarle a ningunos otros hermanos. Para mí es un pilar fundamental de mi vida.”

Yago

“A nivel personal me ha aportado muchas cosas. Veo las cosas diferentes. Mi comportamiento ha cambiado, soy más cariñosa, más atenta, más divertida y todo eso gracias a él. Y me ha enseñado a no juzgar. Por supuesto que ha condicionado y he tenido que renunciar a muchas cosas: a trabajos, a ir a trabajar fuera, a idiomas… Pero es que me es imposible separarme de él y sé que en un futuro será mi responsabilidad. Está claro que hay días mejores y días peores pero yo me siento muy orgullosa de tenerlo como hermano”

Aranzazu

 “Nos ha cambiado los valores a mi familia y a mí. Nos ha hecho ver las cosas de diferente modo. Además, a mi me gusta mucho ir a los caballos y eso se me pegó por mi hermana, porque ella también monta.”

Katia

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